Especial


Se pasaba los días recordándose a si misma lo importante que era, buscando qué rasgos la hacían diferente de las demás flores. Su color era diferente, también su forma. Quería sentirse especial. Única. Pensaba que el día de su muerte marcaría un antes y un después en la Historia... Quizás el sol dejase de salir o los pájaros dejarían de cantar. 

Sin embargo, con el paso de las estaciones empezó a darse cuenta de que su vida no había sido en absoluto diferente a la de las demás. No había crecido más, tampoco había viajado, ni nadie se fijó nunca en ella. Pronto llegó a la conclusión de que ni su color ni su forma la hacían especial o diferente del resto. Era una más. Su muerte sería tan irrelevante como lo había sido su vida. El sol seguiría saliendo un día tras otro y nadie, ni siquiera los pájaros, notarían su ausencia. Ningún libro de Historia contaría su biografía. Su memoria y todos sus recuerdos se desvanecerían con ella.

Y fue entonces, cuando se dio cuenta de lo poco que significaba su propia existencia, cuando empezó a vivirla.

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